¿Recuerdas algún momento en que te sentiste pleno?
Sentirte pleno es mucho más que sentirte bien. Sentirte pleno es sentirte vivo, sentirte en armonía, sentir que la vida te llena y que nada te falta.

Párate un minuto a pensar. Seguro que has tenido más de un momento en los que has sentido que todas y cada una de las piezas de tu vida estaban en su sitio. Recuerdas ¿cómo era?, ¿dónde estabas? ¿con quién? ¿qué valores honrabas?

Cuando te sientes pleno, eres capaz de todo y, sin embargo, necesitas mucho valor para elegir una vida en plenitud. La sociedad nos enseña a vivir bajo determinados criterios y para cumplir con ellos, muchas veces, tenemos que olvidarnos de nuestros sueños.

Ayer hablé con un amigo sobre el tema y me dejó pensativa.

Recordaba perfectamente lo que le hacía sentir pleno. Recordaba perfectamente donde se sentía completo, relajado y en armonía consigo mismo y, sin embargo, de manera consciente, había renunciado a ello.

Lo encontraba una irresponsabilidad. Una situación idílica solo posible cuando no existen responsabilidades “reales” que sacar adelante, como por ejemplo, hijos, casa, colegios etc.

Y aquí esta la perogrullada, ¿qué mayor responsabilidad podemos tener que ser congruente con nosotros mismos? Para muchas personas, lo que ellos quieren no es importante y el ser un adulto responsable lleva implícito dejar de ser congruente con sus deseos más profundos, sus ilusiones y sus sueños.

Desde pequeños nos educan con una serie de criterios sobre lo que es correcto e incorrecto, lo que tenemos que hacer, lo que tenemos que conseguir y hasta donde tenemos que llegar.

Estamos tan bien domesticados que nos hemos convertido en nuestros propios secuestradores. Secuestramos nuestras emociones, nuestros sueños y nuestros deseos y nos pedimos un rescate para recuperarlos. Siempre encontramos que hay algo que hacer antes de poder volver a soñar, algo que hacer antes de volvernos a sentir plenos.

La plenitud no es un tiempo, ni un sitio, ni siquiera una circunstancia. La plenitud es una actitud ante la vida y básicamente tiene que ver con permitirnos ser lo que somos.

¿Cómo podríamos ser buenos padres, profesionales o amigos si nos perdemos a nosotros mismos por el camino?

Probablemente vivir honrando nuestros valores y siendo fieles a nuestros ideales no sea la manera más fácil de vivir. Pero es la única forma de vivir en la que no te arrepentirás de haber vivido.