En el post de la semana pasada, empezamos hablando del cambio y como, a pesar de lo que la mayoría de la gente cree, el cambio es posible, es difícil pero es posible y todos tenemos en nosotros mismos o en personas cercanas prueba de ello.

De cualquier manera hay veces que el cambio se nos resiste. Muchas veces llegan a mí, clientes con el objetivo de hacer algún cambio en sus vidas. Quieren cambiar alguna característica que saben positivamente que no les está haciendo ningún bien.

Empezamos a trabajarlo con mucha ilusión y supuesto compromiso, pero parece que el cambio es imposible. Después de varias sesiones en el mismo punto, la pregunta que debemos hacernos es ¿realmente quiero cambiar?

Esa es una pregunta que sueña extraña cuando el objetivo desde el inicio ha sido ese pero, por el contrario es perfectamente pertinente. La mente humana puede tomar conscientemente la decisión de cambiar pero subconscientemente impedir el cambio. Estas decisiones de las que no somos conscientes pueden hacernos mucho daño y llevarnos a creer que el cambio no es posible o, al menos, que no es posible para nosotros.

Estas trampas a las que la mente nos somete, están basadas en una doble interpretación de las características que queramos cambiar. Según como lo veamos, cualquier característica en la que pensemos puede tener ciertas consecuencias negativas, que son las que precisamente nos gustaría erradicar y al mismo tiempo, otra serie de características positivas que nos gustaría mantener. Ese conflicto, del que no somos conscientes, es el que nos impide realizar el cambio que estamos buscando.

Por ejemplo, puedo tener claro que quiero dejar de ser tan exigente conmigo misma, porque no quiero someterme a tanta presión, ni quiero vivir angustiada, ni quiero seguir cuestionándome si estoy o no a la altura o, si soy o no, capaz de hacerlo todo perfecto.

Parece claro que esa es una característica que me aporta mucho malestar y que, sin duda, mi vida mejoraría si la cambiara. Sin embargo, para mí, el ser tan exigente también implica ser una buena profesional, una persona responsable y en la que se puede confiar y, todas esas son características que quiero mantener.

Las características positivas y las negativas, aparecen en este caso como las dos caras de la misma moneda y es aquí donde se generan los conflictos entre mi mente consciente que quiere liberarse de la exigencia extrema y la mente subconsciente que ve en esa exigencia ciertas ventajas.

La conclusión: No quiero dejar ir una parte por miedo a perder también la otra. Mi mente bloquea el cambio y por mucho que me empeñe no consigo hacerlo. Mi mente subconsciente me boicotea y con eso crea una sensación de frustración y angustia que solo agrava el problema.

Por esto, cuando algún cambio se te resista, antes de tomar la decisión de tirar la toalla, pregúntate que es lo que te gusta de eso que quieres cambiar. Escribe en un papel que es lo que ves de negativo y de positivo. Separa las dos caras de la moneda y se muy claro definiendo qué es lo que está de más en tu vida y con qué quieres seguir contando.

En el momento en que tienes la división clara, tanto la mente consciente como la subconsciente vuelven a estar de acuerdo y ambas te darán luz verde para cambiar.