El liderazgo, está en constante evolución. El líder actual tiene que estar preparado para poder inspirar de manera personalizada a cada uno de los miembros de su equipo.

 

Pocas cosas se han analizado más que el liderazgo y las aptitudes necesarias para ser un buen líder.

Se han escrito miles de libros, se han hecho listas de aptitudes y se han definido y redefinido competencias, pero la realidad es que cuando dejamos la teoría y bajamos al mundo real podemos comprobar que no es tan fácil determinar qué se necesita para ser un buen líder, ni cuales son las aptitudes de liderazgo.

Si seleccionas dos buenos líderes y comparas sus estilos, probablemente encuentres que no existe un patrón común determinado.

Hay tantos estilos de buen liderazgo como buenos líderes. Y realmente, sólo hay una cosa que de verdad tengan en común: Los líderes tienen seguidores, personas que les siguen y que confían en su visión de futuro hasta el punto de superar el miedo y seguirles hacia un futuro incierto.

Y esta es la parte difícil de la ecuación: cómo generar la confianza necesaria para que, además de seguirte, estén dispuestos a dar el máximo por ti.

Las prioridades están cambiando y las empresas tienen que ser capaces de adaptar su liderazgo para dar respuesta a estas nuevas prioridades.

 

 

 

 

En la foto puedes ver algunos de los cambios de prioridades detectadas en uno de los últimos estudios realizados por Gallup.

De acuerdo con estos datos, lo que en la actualidad inspira confianza es alguien capaz de hacerles participes de una visión inspiradora, que al mismo tiempo sea capaz de respetar y entender las ventajas de la diversidad y que partiendo de los talentos específicos de cada uno, sea capaz de apoyarles en su desarrollo como profesionales y como personas.

Aquí acaba el pan para todos. Podemos decir que el buen líder ya no es el que lidera bien un equipo, sino aquel que es capaz de modelar su liderazgo para inspirar y guiar, de manera personalizada, a cada uno de los miembros de ese equipo.

 

Un buen líder es aquel capaz de modelar su liderazgo para inspirar y guiar de manera personalizada a cada uno de los miembros de su equipo.

 

Esto representa un cambio de paradigma, una vuelta de tuerca que nos vuelve a hacer redefinir el liderazgo. Para hacerle frente y cumplir con las nuevas expectativas, conocer los talentos, motivaciones y sesgos de carácter de cada uno de los miembros del equipo empieza a ser determinante.

 

 

 

LOS BUENOS LIDERES JUEGAN AL AJEDREZ NO A LAS DAMAS.

 

Está frase es de Markus Buckingham, la leí en su libro The One Thing You Need to Know, y me pareció tan clarificadora y potente no puedo dejar de compartirla.

¿Por qué los buenos líderes no juegan a las damas y juegan al ajedrez? ¿Cuál crees que es la diferencia principal entre los dos juegos?

Puede que se te ocurran varias y probablemente sean todas correctas pero la principal diferencia está en los movimientos de las fichas. En el juego de las damas todos las fichas se mueven igual, mientras que en el ajedrez cada ficha tiene un movimiento específico y eso es lo que permite elaborar estrategias mucho más complejas.

Para jugar al ajedrez, el primer paso es familiarizarnos con el movimiento de cada ficha para poder utilizarla de la manera correcta y en el momento correcto. Sólo entonces podrá jugar un papel determinante en la partida.

Esta realidad aplica igual en la dirección de un equipo.

 

Los buenos líderes juegan al ajedrez, no a las damas – Marcus Buckingham

 

Los líderes que juegan a las damas. Asumen que todos los miembros del equipo reaccionan de la misma manera. Consideran que les motiva lo mismo, se relacionan de una forma parecida y van a tener la misma manera de aprender.

Para estos lideres, no existen más diferencias que las obvias por la formación especifica de cada uno. Con este planteamiento generan una estrategia que pueda servir a todos y en la que, salvadas las diferencias de formación y experiencia atribuida a los años, las tareas puedan ser prácticamente intercambiables.

Otros líderes, por el contrario, saben que cada una de las personas de su equipo tiene una manera distinta de pensar, relacionarse y aprender. Entienden lo que motiva y reta a cada uno de ellos.

Estos líderes no tienen duda sobre quién es el mejor a la hora de analizar riesgos, crear estrategias, comenzar los proyectos o hacer que las conclusiones alcancen al mayor número de personas.

Estas diferencias van más allá de la mera formación. Son sesgos de carácter que proceden de sus talentos innatos y son tan específicos y concretos como el color de ojos e igual de resistentes al cambio.

El líder que conoce los talentos de los miembros de su equipo sabe que el tiempo que invierta en intentar cambiarlos será prácticamente un tiempo perdido, por lo que, igual que si jugara al ajedrez, asume las diferencias y las capitaliza teniéndolas en cuenta al adjudicar a cada uno un lugar específico en el plan general.

Las necesidades actuales de liderazgo no buscan la transformación de las personas en una versión capaz de adaptarse a un rol determinado sino, por el contrario, van más de transformar los roles para que cada persona pueda utilizar y maximizar sus talentos específicos en su trabajo diario

Y tú, ¿juegas a las damas o al ajedrez?

 

 

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