Hay muchas personas, demasiadas diría yo, que esperan a mañana para vivir.
Esa bonita palabra es a la vez la más esperanzadora y la más triste del vocabulario.
Esperanzadora, porque nos permite confiar en que el sol continuará saliendo día tras día y puede que algún día las cosas sean mejores. Triste, porque en ese mañana se entierran muchos sueños.
Cuantas veces has justificado el no hacer algo con un “lo haré mañana”. Mañana seré más cariñoso, mañana haré deporte, mañana empiezo a cuidar mi dieta, mañana dejaré de fumar. Y, ese mañana, se convierte en semanas, las semanas en meses, los meses en años, hasta que un día, ya no hay mañanas.
Mañana, efectivamente, pueden pasar muchas cosas, pero todo lo que pasa mañana tiene su origen en el trabajo de hoy. Nada aparece por generación espontánea. Todo lleva un trabajo previo, un planteamiento inicial, un qué, un por qué, un firme compromiso de poner de tu parte para que las cosas sucedan y un primer paso.
Si quieres hacer algo de verdad, no existe mejor día para hacerlo que hoy. Hoy es el día de cuidarte, de dejar de fumar, de hacer eso que llevas meses posponiendo.
Hoy es el único momento que tienes para hacer cosas, el mañana no está a tu alcance. Sueñas que existirá, confías que existirá, pero no tienes la seguridad de que vaya a existir y mucho menos de las cosas que pasaran y como influirán en tus planes.
Realmente, con certeza absoluta solo cuentas en el momento presente, todo lo demás es incierto. Por eso, ahora, es el único momento que tienes para ser la persona que sueñas ser.
Sé hoy quien sueñas ser, haz hoy lo que quieres hacer y a partir de aquí, confía en que vendrán muchos mañanas que te permitirán continuar el camino que hoy has comenzado.
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