Lo que esperas de la gente modifica su comportamiento en el sentido positivo, igual que en el negativo. Tu percepción hace que una persona dé lo mejor y lo peor de sí mismo.

Esto es lo que Robert Rosenthat definió en 1960 como del efecto Pigmalion, “si ves la grandeza en alguien, esa persona crecerá para cumplir con tus expectativas”. Esta es una profecía de autocumplimiento. Está científicamente probado que cuando ves el potencial real de las personas, cuando eres capaz de identificar su semilla de grandeza y les ayudas a que la desarrollen, crecerán hasta cumplir con tus más altas expectativas.

Esto no quiere decir que simplemente por que alguien crea en nosotros, vayamos a ser capaces de ser los mejores en todo lo que nos propongamos. Estamos hablando de potencial real. La semilla inicial tiene que existir para que pueda desarrollarse.

Por mucho que te empeñes en que tu hijo se convierta en un gran escritor, si el niño no tiene aptitudes para la escritura nunca será Premio Planeta, aunque sí será mucho mejor de lo que habría sido si no hubiera contado con tu confianza. Si, por el contrario, tiene aptitudes para escribir, tu atención focalizada le ayudará a crear la realidad.

Todas las personas tenemos algo especial, todos tenemos una semilla de genialidad que merece la pena desarrollar. El mérito está en ser capaz de descubrir en cada persona aquello para lo que tiene un gran potencial.

Esto es lo que distingue a los grandes profesores, padres o jefes. Son capaces de descubrir esas grandes cualidades en las personas que les rodean y una vez identificadas son capaces de utilizar su tiempo y atención para ayudarles a desarrollarlas.