Hay días que, ya desde que empiezan, puedes prever que van a ser complicados. Miras el despertador y te das cuenta de que te has dormido. Pegas un salto de la cama y ese es el momento en que te haces consciente de que las cosas van a ir mal y… ¡oh, sorpresa!,  aciertas. No hay agua caliente en la ducha…, hay un tráfico de muerte y,  para colmo, llueve a cántaros.

Nada parece que vaya a salir de la manera en que a ti te gustaría. Tu cabeza empieza a funcionar a mil, adelantando acontecimientos y previendo todo lo que va a seguir pasando. Efectivamente parece que va a ser uno de esos días negros o… ¿tal vez, no?

Todos hemos tenido días así. Días en los que parece que todo se pone en nuestra contra. Corremos angustiados, reaccionando ante una serie de acontecimientos que parece que no están dispuestos a darnos ni un momento de tregua… ¿Te resulta familiar?

Llegado este punto tienes que elegir, puedes seguir corriendo y previendo calamidades, que se irán convirtiendo en realidades a lo largo del día, o puedes tomar una respiración profunda y parar.

Cuando nos metemos en ese bucle empezamos a hacer un mundo de todo lo que nos pasa. Las cosas se escapan de nuestro control y nos sentimos como marionetas en manos de un destino caprichoso, que nos ha cogido como objetivo al que machacar. Esas situaciones sabemos cómo empiezan, pero, pueden complicarse tanto que no tenemos ni idea de cómo acaban.

Si te das cuenta de que te encuentras exactamente ahí, antes de que las cosas sigan empeorando, toma una respiración profunda, haz una pausa y hazte una pregunta: Además de todo lo que hoy sale mal ¿qué más hay? Toma tu tiempo,  mira a tu alrededor y vuelve a preguntarte ¿qué más hay?

Hay muchas veces que permitimos que 5 minutos malos, nos amarguen el día entero. Nuestra vida es muy compleja, está llena de acontecimientos, sensaciones, emociones y nuestros días no son más que el reflejo de nuestra vida en un corto espacio de tiempo. Calificar un día de “malo” no es más que una forma burda de simplificar lo que realmente el día nos ofrece. Sin embargo, cuando solo corremos y no nos damos tiempo para tomar distancia, nos parece exactamente eso.

Parar,  salir del bucle, buscar qué más hay, te permitirá darte cuenta de que no todo es malo. Incluso el día más oscuro tiene algo de color. Ser capaz de verlo te servirá de anclaje para cambiar el desarrollo del día, que puede pasar de ser un día malo, a ser un día con momentos malos.

Ser capaces de ver lo positivo que nos rodea no significa que nos alejemos de la realidad, ni nos traslada al “Mundo de Yupi”. Muy al contrario, lo que conseguimos es acercarnos más a lo que realmente pasa. Ampliando el foco empezamos a ser capaces de ver las dos caras de la moneda y eso, nos da una idea mucho más precisa del momento que nos está tocando vivir.