Cambiar un hábito es difícil para todos. Aunque estemos absolutamente decididos y reconozcamos todas las ventajas que nos aporta el cambio, nos resulta complicado  conseguirlo.

Se estima que solo un 25% de las cambios iniciamos llegan a buen término. Solo 1 de cada 4 veces tenemos éxito. ¡No es extraño que mucha gente crea que el cambio no es posible!

Sabemos que el cambio es posible, pero desde luego es difícil. Uno de los errores más comunes que todos cometemos confiar en la fuerza de voluntad para conseguirlo.

La voluntad es un bien finito. Podemos desarrollarla igual que desarrollamos los músculos del cuerpo pero también podemos agotarla si la pedimos un sobre esfuerzo. Todos los días amanecemos con nuestro deposito lleno pero lo vamos utilizándolo con cada decisión que tomamos. Cada, elección por pequeña que parezca, conlleva su dosis correspondiente de fuerza de voluntad y vamos tirando de ella hasta que acabamos con el suministro diario.

Los cambios de comportamiento necesitan una gran fuerza de voluntad que no todos tenemos, por eso el índice del fracaso es tan elevado, sin embargo, hay algunas cosas que podemos hacer para ponérnoslo más fácil.

La primera, busca un compañero, alguien que quiera lo mismo que tú, el porcentaje de éxito aumenta en un 200%, en lugar alcanzar el éxito una de cada 4 veces, lo conseguirás 3 de cada 4. La diferencia es aplastante.

La segunda, no traigas enemigos a casa, o dicho de otra forma, evita la tentación y evitarás el peligro. Por ejemplo, si no compras lo que no quieres comer, evitarás la difícil decisión de elegir entre chocolate y fresas.

Y, por último, póntelo fácil. Si quieres beber más agua, ten siempre una botella a mano, si quieres empezar a correr por la mañana, pon tus zapatillas al lado de la cama, de forma que sea lo primero que veas cuando te levantas.

Si actúas de forma inteligente, no tendrás que dejar a la fuerza de voluntad todo el peso de tu éxito.