¿Cuántas personas conoces que después de alcanzar el éxito, caen en picado y vuelven a la mediocridad?
¿Cuántas empresas conoces que después de haberse convertido en líderes de su sector prácticamente han desaparecido?

Todos recordamos empresas tan representativas como Kodak, o Blackberry. Fueron número uno y, de repente, algo pasó que les hizo desaparecer de los primeros puestos de mercado.

¿Qué fue lo que hizo que estos gigantes perdieran pie? A todos les pasó lo mismo, las empresas están dirigidas por personas y una característica de las personas es la soberbia. El éxito se nos puede subir a la cabeza y nos puede hacer perder el norte.

Cuanto más éxito alcances más vulnerable te vuelves. Es fácil dejar de hacer las cosas que te llevaron hasta las más altas cimas. Es fácil volverte arrogante. Es fácil pensar que eres el más inteligente, el único en posesión de la verdad. En ese momento dejas de escuchar al mercado, a tus clientes, a tus colaboradores y en ese momento estas trabajando en el principio de tu propio fin.

Por esto, cuanto mayor sea tu éxito más humilde debes mostrarte. Más duro debes trabajar. Más atento debes ser con tus clientes y con tus colaboradores. Por muy listo que te consideres nunca habrías alcanzado una posición de éxito sin contar con la colaboración y el respeto de muchas personas. En el momento en que te olvides que ellos son los que te han puesto donde estás, comenzaras el descenso que será más profundo cuanto más alto hayas llegado.