La opinión que tenemos sobre nosotros mismos, se crea igual que creamos la opinión que tenemos sobre los demás, a través del análisis de los comportamientos. La mayor diferencia está en que, si con los demás podemos tener un poco de compasión al juzgar sus actos, cuando se trata nosotros mismos podemos convertirnos en los jueces más implacables.

Muchas veces el análisis de nuestro comportamiento nos mete en una trampa con muchos mas inconvenientes que ventajas. Para encontrar la solución a algún problema o simplemente para entender cualquier actuación que no consideremos correcta, es posible que nos veamos inmersos en una rueda de pensamientos negativos, de autocrítica y censura con consecuencias devastadoras.

Estudios realizados durante las dos ultimas décadas han demostrado que el regodearse de manera obsesiva en pensamientos negativos, lejos de ayudarnos a entender el problema, nos hace generar más pensamientos negativos ocasionándonos un castigo innecesario.

Encontrarnos inmersos en una rueda de negatividad nos dificulta la concentración y consecuentemente hace imposible generar una idea creativa que nos permita solucionar el problema o salir de la situación que nos altera.

Aunque es una creencia generalizada que darle vueltas a los problemas nos llevará a conseguir un mejor entendimiento de los temas y un mejor conocimiento de nosotros mismos, la realidad es que nos paraliza, nos deprime, nos impide la concentración y nos incapacita para encontrar una solución creativa.

Las personas más felices son también aquellas capaces de parar esa rueda de negatividad antes de que comience. Son capaces de frenar la mente y evitar el pensamiento obsesivo sustituyendo los pensamientos negativos por otros más optimistas.

Si tú no formas parte de este grupo de privilegiados que pueden desconectar su mente a placer, evitando un castigo innecesario, quizá alguna de las sugerencias que propone Sonja Lyubomirsky en su libro “The How of Happiness” te sea de ayuda.

Haz una actividad que en la que tengas que centrar toda tu atención.
Si eres capaz de centrar toda tu atención en algo, por ejemplo, escuchar un disco que te absorba, tocar un instrumento, pintar o hacer ejercicio, bloquearas tu mente completamente a cualquier pensamiento negativo que hubieras tenido con anterioridad.

Habla de tema con un colega o amigo en quien confíes.
Muchas veces el simple hecho de verbalizar tus preocupaciones o sentimientos hace que estos se suavicen y que pierdan en gran medida su carga negativa.

¡Actúa! Da un pequeño paso en la dirección correcta.
Nada tendrá más efecto que sentir que estás haciendo algo para solucionar el problema. No esperes a que pase algo o a que alguien venga en tu ayuda. Incluso los pasos más pequeños tendrán un efecto multiplicador.

Ponlo en perspectiva.
Por muy importante que te parezca el problema en este momento, date un momento para pensar, ¿Esto importará dentro de un año? Es sorprendente como en muchos casos las cosas que más te angustian se hacen insignificantes cuando tomas distancia.