¿Qué te ilusiona? ¿Qué experiencias te hacen vibrar? ¿Sigues soñando?

Pocas veces paramos para preguntarnos cosas parecidas a estas. Vivimos demasiado rápido y tenemos demasiados temas abiertos como para poder dedicar un tiempo a profundizar sobre lo que realmente os motiva o sobre lo que nos haría feliz.

Si en alguna ocasión, el hastío, la duda o la desesperanza nos ha puesto contra las cuerdas, quizá entonces, por una milésima de segundo, nos hayamos cuestionado si realmente estábamos viviendo la vida que nos habría gustado vivir o si por el contrario, nos habíamos conformado con interpretar un guión que alguien nos había vendido y que habíamos comprado sin cuestionar si era el correcto.

Llevar una vida plena, no es un propósito fácil. Es vivir alineado con tus valores y honrarlos día a día. Es darte permiso para ser auténtico y no tener miedo de mostrarte al mundo como eres.

Expresado de manera sencilla, vivir una vida plena es vivir la vida que realmente deseas y permitirte ser la persona que realmente eres y eso, en el mundo en que vivimos, no es sencillo.

La sociedad que nos rodea no permite estas excentricidades. Dar la espada a lo establecido y atreverte a vivir alineado con quien realmente eres puede implicar tomar decisiones difíciles.

Luchar por lo que para ti es importante puede hacerte sobresalir del grupo, ser distinto. Puede que los que hasta entonces eran tus amigos te rechacen por no poder ser como tú y eso puede implicar que tengas que romper con personas o actividades que lastren tu avance.

Perseguir la plenitud en tu vida es una decisión valiente que te va a exigir un esfuerzo para mantenerte firme y no dar marcha atrás.

Sin embargo, llevar una vida plena merece ese esfuerzo. Al final del camino, te gustará sentir que has perseguido tus sueños, que has sido autentico, que has honrado tus valores y que has vivido la vida que tu querías vivir.