Las emociones son inherentes al ser humano. No son síntoma de enfermedad ni de debilidad. No implican inmadurez, ni falta de control. Las emociones son energía y cuando la dejamos fluir libremente nos aportan el combustible que necesitamos para transformarnos y crecer.

Una persona que deja fluir sus emociones, es mucho más auténtica, más segura de si misma y consecuentemente es más feliz.

Lejos de enseñarnos a vivir con nuestra emoción, desde que nacemos, la sociedad nos enseña a reprimirlas como si fuera algo de lo que debiéramos avergonzarnos. A medida que crecemos, lo hacemos con el convencimiento de que nuestras emociones son inapropiadas, muestra de inmadurez y poca profesionalidad.

Esta manera de vivir nos lleva a acercarnos lo que Thoreau anunció hace más de un siglo, “La mayoría de las personas viven una vida de desesperación silenciosa”. Tristemente esta afirmación define perfectamente la vida de una gran parte de las personas que todos conocemos.

Hay 4 formas básicas en las que las personas manejan la emociones.

1. Las evitamos. Todos tendemos a evitar las emociones dolorosas. La mayoría de las personas intentamos evitar cualquier situación que nos lleve a sentir alguna de las emociones que nos generan dolor, o lo que es peor, cualquier emoción en general. Cuando no nos permitirnos emocionarnos nos perdemos una parte de quien realmente somos con gran riqueza.

2. Negación. Otra manera de manejara las emociones es la estrategia de negarlas. Cuando no hemos sido capaces de evitarlas, y nos vemos inmersos en ella, intentamos disociarnos de lo que sentimos les quitamos importancia, intentando convencernos de que “no es para tanto”.

Sentir una emoción y pretender que no existe solo crea más dolor. Las emociones te traen mucha información y el hecho de ignorar sus mensajes no hará que las cosas se pongan mejor, por el contrario solo conseguirás que suban el volumen hasta que no puedes evitar prestarles atención-

3. Competir. Mucha gente deja de pelear con sus emociones negativas y simplemente se entrega a ellas. Hacen de sus emociones una medalla (son los más desgraciados, los más tristes, los más enfadados) y las permiten formar parte de su personalidad compitiendo con cualquiera que se atreva a decir que se siente mal.

En lugar de aprender del mensaje que nos intenta hacer llegar, se quedan en ellas, las intensifican y las hacen todavía peor de lo que inicialmente eran.

4. Aprender de ellas y utilizarlas. Pocos son los que, de verdad, son capaces de aprender de ellas pero, si quieres que tu vida funcione debes hacer que tus emociones trabajen para ti. No puedes huir de ellas, tampoco puedes hacer que no existen y tampoco puede permitir que dirijan tu vida.

La emociones, incluyendo las inicialmente dolorosas actúan como una brújula que te señalan la necesidad de actuar. Si sientes, dolor, rabia, tristeza, hay una razón que the ha hecho sentir así. En muchos casos, cuando descubras el motivo podrás actuar sobre él, en otros casos, simplemente tendrás que aceptarlo y dejarle su espacio ya que no hay nada que tu puedas hacer.

En cualquiera de los casos, dejarás de ser prisionero de tu emoción, al escuchar su mensaje desbloquearas su energía y la podrás utilizar para avanzar.