Creer que puedes alcanzar tus objetivos es importante, pero más importante que creer en tus habilidades es creer que puedes mejorarlas.

Según Carol Dwerck, doctora en psicología por Stanford y autora del libro «Mindset: how can you fulfil your potential»existe dos tipos de personas, los que tienen una mentalidad fija y los que tienen una mentalidad de crecimiento.

Aquellos que que tienen una mentalidad fija, creen que su inteligencia, personalidad o aptitudes físicas son cualidades innatas e inmutables y que, por tanto, no pueden mejorar con independencia de lo que haga.

Estas personas, eligen tareas que les permitan probarse a si mismos lo buenos que son. Su capacidad de innovación es muy limitada y prefieren actuar en esa zona conocida en la que saben que pueden hacer un buen papel.

Ante la menor dificultad su confianza desaparece, se cuestionan su competencia, dudan de si mismas y eso les genera una enorme ansiedad.

Por el contrario, las personas con mentalidad de crecimiento están en desarrollo constante. No descartan la habilidad innata pero reconocen que el talento inicial puede crecer y variar a través de la experiencia.

Estas personas tienen mucho menos miedo a innovar y a experimentar nuevas vías. Disfrutan tanto el proceso hasta la consecución del objetivo como del objetivo en si mismo.

Asumen las nuevas tareas como un aprendizaje y generan una confianza a prueba de bombas. Aceptan que pueden no saberlo todo e incluso que pueden tener alguna equivocación y su motivación no decae ante las dificultades que puedan encontrar por el camino.

El que tengamos una mentalidad de crecimiento o fija, va influir en nuestra vida y muy particularmente en nuestra productividad laboral.

Cuando nuestro enfoque, a la hora de encarar un nuevo proyecto, se limita a demostrar al mundo lo buenos que somos, la sola posibilidad de equivocarnos nos aterroriza y aquí está la paradoja: la presión a la que nos sometemos se traduce en muchas más equivocaciones y en un menor desempeño que si desde el principio asumimos que habrá cosas que no sepamos y nos disponemos a disfrutar aprendiendo.

Darte permiso para no hacerlo todo perfecto desde el inicio eliminará la ansiedad, te permitirá ver la parte más interesante y enriquecedora del trabajo, incrementará tu motivación y reducirá drásticamente tus posibilidades de equivocarte.

Algunas cosas que te pueden ayudar:

1.- Cuando empiezas un nuevo proyecto no quieras hacerlo bien desde el principio. Recuerda que te llevará cierto tiempo hacerte con él y date permiso para cometer ciertos errores.

2.- Tomate los problemas como tus ayudantes. No son más que oportunidades para hacer las cosas mejor.

3.- Utiliza la experiencia de la gente que te rodea. Pedir ayuda cuando tienes problemas no te disminuye a los ojos de nadie.

4- No compares tu desempeño actual con el desempeño de nadie. Compáralo con tu desempeño anterior. ¿Estás mejorando? Pues eso es lo importante.